Jueces sin rostro en México: ¿justicia o violación a derechos humanos?
La figura de jueces sin rostro ha generado gran controversia en el sistema judicial mexicano. Esta medida, parte de la Reforma Judicial, busca proteger a jueces y juezas que lidian con casos de delincuencia organizada, manteniendo su identidad en secreto. Sin embargo, diversos organismos internacionales y expertos en derecho han advertido sobre los riesgos que conlleva para los derechos humanos y el debido proceso.
¿Qué son los jueces sin rostro y por qué fueron creados?
Con la reciente aprobación de la Reforma Judicial, se introdujo la figura de jueces sin rostro. Según la legislación, en casos de delincuencia organizada, el órgano de administración judicial podrá tomar medidas para resguardar la identidad de los jueces. Esto incluye crímenes relacionados con trata de personas, narcotráfico y tráfico de armas, entre otros.
Esta figura surge como una respuesta a las amenazas y presiones que enfrentan los jueces al juzgar a grandes criminales. La idea detrás de esta medida es garantizar su seguridad y, por ende, su autonomía a la hora de emitir sentencias.
Críticas a la figura de jueces sin rostro: una posible violación a derechos humanos
Aunque los jueces sin rostro se presentan como una solución ante la delincuencia organizada, diversas instituciones como la Corte Interamericana de Derechos Humanos y la Organización de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH) han mostrado su preocupación. Una de las principales críticas es que esta medida vulnera el derecho al debido proceso, al impedir que las partes conozcan la identidad del juez que los juzga.
El abogado Sergio Salgado Román, experto en derecho constitucional, señala que el problema no radica en los jueces, sino en las fiscalías que presentan casos mal fundamentados. “No es que los jueces liberen a los delincuentes por miedo a amenazas, sino porque las carpetas de investigación son débiles”, afirma.
Los riesgos de jueces sin rostro en el sistema judicial mexicano
Una preocupación recurrente es que esta figura podría utilizarse de forma inadecuada para perseguir a opositores. El simple hecho de acusar a alguien de estar vinculado con la delincuencia organizada puede llevar a la restricción de varios derechos, como la prisión preventiva oficiosa, la congelación de cuentas bancarias o el aseguramiento de bienes.
José María Soberanes Díez, doctor en Derecho, advierte sobre el peligro de que personas inocentes puedan ser juzgadas por jueces con conflictos de interés sin que nadie lo sepa. “No podremos saber si el juez es imparcial, si es enemigo del acusado o si tiene vínculos que lo lleven a absolver a un culpable”, expresa.
Reforma judicial: de jueces sin rostro a elección popular
La propuesta de elegir a jueces y ministros por voto popular también ha generado debate. Según el abogado Cristina Reyes, de México Unido Contra la Delincuencia (MUCD), existe una contradicción en querer transparentar el sistema judicial mediante elecciones, mientras se introducen figuras como la de los jueces sin rostro, que dificultan la evaluación de su trabajo.
Este cambio en la elección de jueces y ministros puede aumentar el riesgo de corrupción, ya que las campañas políticas podrían ser financiadas por el crimen organizado. Esto podría desembocar en jueces que favorezcan a los narcotraficantes que apoyaron sus campañas.
Experiencias internacionales con jueces sin rostro
La figura de los jueces sin rostro no es nueva y se ha implementado en varios países con resultados mixtos. En Italia, durante los años 60, se utilizó con éxito para procesar a integrantes de las mafias. Sin embargo, en América Latina, su implementación ha sido más controvertida.
En Perú, durante el gobierno de Alberto Fujimori, más de 700 personas fueron encarceladas injustamente bajo esta figura entre 1993 y 1996, según informes de Amnistía Internacional. En El Salvador, el presidente Nayib Bukele ha reintroducido esta práctica desde 2022, lo que ha provocado denuncias de violaciones al debido proceso.
México y los desafíos del sistema judicial
En México, la creación de jueces sin rostro enfrenta grandes desafíos debido a las carencias estructurales del sistema de justicia. Según Francisco Rivas, presidente del Observatorio Nacional Ciudadano (ONC), el problema principal no radica en los jueces, sino en la fiscalía y las fuerzas policiales, que carecen de la capacidad para llevar a cabo investigaciones sólidas y detenciones adecuadas.
El sistema judicial mexicano presenta fallas desde su base, y la adición de esta figura no resolverá los problemas estructurales que permiten que los criminales continúen operando con impunidad.
Conclusión: ¿jueces sin rostro, solución o riesgo?
La creación de los jueces sin rostro plantea una solución aparente ante la delincuencia organizada, pero podría convertirse en un arma de doble filo si no se aborda con la debida cautela. La falta de transparencia en la identidad de los jueces y las posibles violaciones a los derechos humanos son solo algunos de los peligros asociados con esta medida.
En un contexto donde las fiscalías y fuerzas policiales no están suficientemente capacitadas, el uso de esta figura corre el riesgo de politizar la justicia y dañar aún más la credibilidad del sistema judicial mexicano.